Amo los artistas callejeros que anónimamente le ponen encanto a paredes tristes y mustias o a edificios deteriorados y viejos. Nada como la belleza inesperada que nos acomete un día en un muro ayer manchado de humedad. Un varieté emocional con poemas, canciones, desnudos (para que todo no sea tan intelectual), artículos (la vida es un recorte y peque), pensamientos (cuando los haya), etc. Un cambalache descerebrado y jubiloso. Un bazar azaroso y desastrado. Se ruega entrar, pasear y comentar.
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